Por: Aída López*
La vida intachable de doña Refugio no era un secreto a voces. Nadie era capaz de cuestionar su reputación cuando los domingos a las doce en punto del medio día, cruzaba altiva las puertas de la iglesia para oír la sagrada misa. Siempre acudía a las ceremonias religiosas ataviada de vestidos de matices oscuros y mantillas de encaje de distintos largos que encargaba de España. El único que conocía sus secretos era el cura en turno, quien después de absolver sus pecados en el confesionario, tenía que darle la comunión.
Tres Aves Marías y tres Padres Nuestro bastaban para que doña Refugio lavara su culpa por los envenenamientos de sus tres maridos.
*Aída López, reconocida escritora nacida en Mérida, Yucatán. Psicóloga y Capacitadora Certificada. Cursó el Diplomado en Creación Literaria en la Escuela de Escritores de México (SOGEM) y en la Escuela de Escritores de Yucatán. Ha publicado en antologías internacionales, nacionales y locales; periódicos y revistas nacionales y locales. Miembro del PEN Club Internacional sede Guadalajara.