Por: Aída López*
Rebasar los cincuenta años nunca fue un problema para ella; disfrutaba, incluso, contar las peripecias que le había costado llegar virgen hasta ese día. Nunca faltó el jefe aprovechado o el vecino fisgón, o aún peor, algún amigo de su madre que la veía sin el menor pudor, pero ella decidió esperar a un fantasma que una noche le propuso matrimonio al pie de su cama mientras dormía, al menos con eso acallaba las voces que criticaban su conducta un tanto reservada y por otra parte indiscreta, lo cierto es que el enigma creció a su alrededor y con ello los pretendientes que esperaban desposarla sin éxito. Pronto otras mujeres intentaron seguir su estrategia, pero no les funcionó; nadie pudo conservar su virginidad.
Es así como creció el mito de la Isla de las Vírgenes.
*Aída López, reconocida escritora nacida en Mérida, Yucatán. Psicóloga y Capacitadora Certificada. Cursó el Diplomado en Creación Literaria en la Escuela de Escritores de México (SOGEM) y en la Escuela de Escritores de Yucatán. Ha publicado en antologías internacionales, nacionales y locales; periódicos y revistas nacionales y locales. Miembro del PEN Club Internacional sede Guadalajara.